No, no lamento nada. ¡No! nada de nada.
Ni el bien que me han hecho, ni el mal, todo eso me da igual. Asique no, nada de nada. ¡No! no lamento nada. Está pagado, barrido, olvidado... me importa un bledo el pasado!.
Con mis recuerdos he encendido el fuego; mis penas, mis placeres… Ya no los necesito!
Hoy: no lamento nada.
Porque mi vida, porque mis alegrías,
¡Hoy comienzan contigo!
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